domingo, 11 de diciembre de 2011

Anemia ferropénica y el consumo de Hierro

Cuando la gente habla de anemia, en realidad, están hablando de anemia ferropénica, aunque ellos no lo sepan. Porque es la anemia ferropénica la más frecuente de todos los tipos de anemia que existen. Aproximadamente un 20% de las mujeres, un 50% de las embarazadas y un 3% de los hombres tienen AF.

La anemia ferropénica se define como el descenso de la concentración de hemoglobina en sangre, secundario a una disminución de la concentración de hierro en el organismo ya sea por 1) un aporte insuficiente, 2) un aumento del consumo o 3) un exceso de las pérdidas. El descenso de la hemoglobina se traducirá en un descenso en el suministro de oxígeno a las células del organismo y la clínica que aparecerá es amplia (no suelen aparecen todos los síntomas en cada paciente): cansancio generalizado (astenia), palidez de la piel y de las mucosas (como la conjuntiva ocular), falta de energía, taquicardia, irritabilidad, cefalea (dolor de cabeza), mareos, caída del cabello, uñas quebradizas...
El tratamiento principal es la administración oral de preparados farmacológicos de hierro. Seguramente, con 2 ó 3 meses de tratamiento la anemia se normalizará pero se recomienda prolongar el tratamiento  varios meses más (vuestro médico os dirá cuántos) para reponer y rellenar las reservas corporales. Además, es importante ingerir una díeta con alimentos ricos en hierro para complementar al tratamiento farmacológico.


Os dejo una serie de consejos para que el hierro que tomemos (tanto el farmacológico como el de los alimentos) lo aprovechemos al máximo y os dejo, también, un listado de los alimentos más ricos en hierro. Espero que os sirvan.



Consejos para la toma correcta del suplemento de hierro oral:

* Tomarlo con el estómago vacío, al menos media hora antes de las comidas. Pero de la toma de leche hay que espaciarlo dos horas, pues la leche dificulta su absorción.

* Hay alimentos que mejoran la absorción del hierro, son los ricos en vitamina C. Por eso, tomar el hierro con un zumo de naranja puede ser una buena opción.

* A algunas personas, la toma de suplementos de hierro puede ocasionarles molestias intestinales (la más frecuente, estreñimiento) o gástricas (dolor leve). En estos casos sí se recomienda tomarlo con una pequeña cantidad de comida que no sea leche. Y si el estreñimiento es molesto, hay que aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra.

* Si se toman otros medicamentos, hay que asegurarse que pasan más de 2 horas entre la toma de hierro y el resto de las medicinas.


Consejos alimentarios para mejorar la absorción del hierro:


* El hierro de origen animal (hemo) es el que mejor se absorbe y son estos alimentos (carnes rojas, pescados, mariscos/crustáceos, yema de huevo) la fuente de hierro más importante para el organismo.
* El hierro de origen vegetal (no hemo) se absorbe en muy poca cantidad. Porque en los vegetales hay presentes otras sustancias que interfieren en la absorción del hierro, inhibiéndola:

-El ácido fítico en lentejas, garbanzos, cereales integrales y fibra.
-El ácido oxálico en espinacas, acelgas, coles, espárragos, chocolate.
-Los taninos en té, café y vinos.

Por ésto tenemos que conocer que la creencia popular de que las espinacas y las lentejas son ricas en hierro es un error, o un error en parte, pues aunque sí que contienen una cantidad importante de hierro, nuestro organismo no va a poder aprovecharlo completamente.
 

* Consumir una vez al día cítricos, enteros o en zumos. Condimentar los alimentos con limón. Añadir limón en el agua de la bebida.

* Disminuir el consumo de vino, té y café muy concentrados.


Alimentos con un contenido elevado en hierro:

* Pescado y marisco: almejas, mejillones, ostras, berberechos, lubina, rape, pescadilla, sardinas, cigalas, langostinos, gambas, calamares y pulpo.

* Carnes: vaca, buey (especialmente las carnes rojas), cerdo, perdiz, codorniz, cordero, pollo, pato, pavo. La morcilla y el hígado son muy ricos en hierro, pero también en grasas saturadas y colesterol, por eso no es recomendable aumentar el consumo de estos alimentos, sobre todo si se padece hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia.

* Lácteos y huevos: huevos, yogur, leche y queso.

* Legumbres y cereales: garbanzos, lentejas, judías, pan integral y galletas enriquecidas.

* Verduras y hortalizas: espinacas, acelgas, guisantes y habas.

* Frutos secos: pistachos, pipas y nueces.
 


sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Somos lo que comemos?

Al escuchar la pregunta ¿Somos lo que comemos? todos tenemos inmediatamente la respuesta en nuestra mente, resultado de conocer el programa de televisión y el libro con el mismo título...pero yo no puedo estar de acuerdo al cien por cien. La respuesta no es un sí y ya está; no. Es un sí y no.

En medicina, y por tanto también en salud, no hay verdades matemáticas que se cumplan siempre, al contrario...si alguien afirma algo categóricamente o asegura que algo siempre se cumple o que algo no ocurre nunca, de entrada debemos pensar que se está equivocando...

Ojalá fuéramos lo que comemos, entonces sería muy fácil evitar las enfermedades...o las corregiríamos, si apareciesen, de una manera rápida y eficaz. Pero resulta que la etiología de las enfermedades (es decir el origen que las provoca, las causas que las producen) rara vez es única, más bien todo lo contrario, la etiología suele ser multifactorial: hay causas genéticas, inmunológicas, infecciosas, yatrogénicas (las que surgen como efecto secundario,consecuencia o complicación de un método diagnóstico o de un tratamiento médico), relacionadas con la alimentación, tóxicas...y hay causas idiopáticas (utilizamos esta palabra cuando desconocemos cuál es la causa).

Pero, por favor, que nadie entienda que estoy diciendo que no hay que cuidar la alimentación... Estoy convencida, porque hay miles de estudios científicos que así lo demuestran (y porque lo he visto en mis pacientes) que es fundamental comer de una manera sana y equilibrada para prevenir la aparición de ciertas patologías o para retrasarla, en el caso de que estemos predispuestos a padecerla por otras causas, o para solucionarla en muchos de los casos. Consiguiendo mejorar, así, todo lo que dependa directa o indirectamente de la alimentación que en muchas enfermedades lo es todo.

Existen alimentos cuyo consumo habitual en una cantidad excesiva posee efectos perjudiciales, a corto o largo plazo, para la salud y, por lo tanto, hay que intentar reducir su consumo y, en algunos casos, evitarlo. Así hablamos de consumo excesivo de sal, de alimentos ricos en grasas saturadas, de azúcares refinados, de alimentos ahumados, de alcohol (sobre todo, de graduación elevada)...
Existen otros alimentos con efectos beneficiosos y/o protectores para el organismo: los lácteos, las frutas y verduras, los frutos secos, los yogures (lácteos fermentados con bacterias vivas), pescado, el vino y la cerveza(en pequeñas cantidades)...
Hay díetas desequilibradas en las que predomina el consumo de alimentos con efectos perjudiciales y escasean los alimentos con efectos protectores y hay díetas equilibradas nutricionalmente y sanas, en las que ocurre lo contrario: predominan los alimentos protectores.

Mi intención es ir hablándoos sobre todos estos alimentos o sobre los nutrientes importantes de estos alimentos: por qué hay que consumirlos o evitarlos, dónde los podemos encontrar, cuándo hay que consumirlos...en fin, explicaros lo poco o mucho que sé para intentar que nuestra salud mejore. Como hacen las tres entradas anteriores del blog que tratan de explicar lo importante que es un consumo alto de fibra en nuestra dieta.

¡¡¡No somos lo que comemos totalmente pero lo que comemos nos hace como somos en gran medida!!! Así que cuidemos lo que comemos y disfrutemos comiendo sano...si es posible, desde la infancia, aunque cualquier momento de nuestra vida es bueno para cambiar de hábitos.